martes, 30 de diciembre de 2014

Los gigantes y el pequeño

Frigoríficos de Brasil empujan embarques de Uruguay

Con movimientos precisos, los funcionarios separan cuidadosamente  los cortes bovinos y los colocan en esteras que cargan la carne para la sala de envasado al vacío. “Aquel delantero va para Estados Unidos y aquel bife ancho para Suecia”, dice Gustavo Tort, que hace 30 años trabaja como gerente de producción en Frigorífico Carrasco, que lleva el nombre del barrio donde está localizado, próximo al aeropuerto y al puerto de Montevideo. Hace siete meses, el fue adquirido por la compañía brasilera Minerva Foods.

Hasta 2006, los frigoríficos brasileros de carne bovina  no lograban que su producto llegase al plato de consumidores que no compraban carne de Brasil por exigencias sanitarias. Decidieron invertir en Uruguay, productor pequeño cercano a Brasil, pero cortejado por su calidad. En 2013, los embarques uruguayos de carne bovina totalizaron US$ 1,7  billones, mientras que los brasileros alcanzaron US$ 6,7 billones.

La estrategia resultó tan acertada que generó una multiplicación de las inversiones en los años siguientes. Tres grupos brasileros – Marfrig, Minerva y JBS – son, hoy, responsables por el 44,6%  del abasto bovino y del 45,9% de las exportaciones  de carnes uruguayas.

Americanos y coreanos aún no comen carne brasilera. Pero no renuncian a la uruguaya. El prestigio que el país alcanzó en los mercados más exigentes se sustenta en un conjunto de factores. Uruguay es libre de aftosa con vacunación. También prohíbe hormonas – como Brasil – y antibióticos en la alimentación del ganado.

Además de eso, desde 2006 el gobierno uruguayo exige la identificación electrónica de cada animal. El chip es proporcionado por el Estado. “Ese ambiente altamente favorable a la exportación nos da acceso a nichos de mercado”, destaca el presidente de Minerva Foods, Fernando Galletti de Queiroz.

Entre los especialistas uruguayos, se comenta, que por tratarse de un país pequeño, sus exportaciones no amenazan países  que también son grandes exportadores como EEUU. De ahí la relación amigable.

Mientras camina por el sector de identificación, el gerente de producción del Carrasco muestra una etiqueta que acaba de ser colocada en un animal faenado. Entre las diversas informaciones, como procedencia y productor, allí está escrito cuantos dientes tenía ese novillo, una de las exigencias para vender a la Unión Europea, definida en la cuota Hilton, que establece cuanto de carne un país puede exportar al bloque, desde que las exigencias sean satisfechas.

Se engaña, en tanto, quien crea que la llegada de los brasileros cambió la rutina de los frigoríficos uruguayos. El Ingeniero Agrónomo Cesar Marquisá continúa en el contralor de la calidad de los dos frigoríficos que Minerva tiene en el país.

Martín Secco, responsable hoy por toda la operación Cono Sur de Marfrig, es hijo del fundador del primero de los cuatro frigoríficos que la empresa compró en el país. “Me pidieron que quedara un año para hacer la transición”. Ya pasaron ocho.

Aunque invisibles en la línea de producción, sinergias importantes surgieron a partir de la expansión de actividad bajo el comando brasilero. Las más significativas comprenden áreas administrativas, como compras.

Galletti dice que Minerva también extendió al Carrasco programas de integración con productores adoptados en PUL, el frigorífico que la empresa compró en 2011 en la ciudad de Melo, a 380 km de Montevideo. Los ejecutivos mantenidos en las operaciones afirman que la llegada de los grupos brasileros ampliaron los horizontes.

Al percibir que tenían en las manos marcas con fuerte tradición tanto en el mercado interno como en la exportación, los grupos brasileros también decidieron mantener el nombre de cada frigorífico que compraron. La regla vale inclusive para nombres difíciles de pronunciar.

Tacuarembó es un poblado con la mayor extensión territorial de Uruguay. En sus 15 mil kilómetros cuadrados , viven 90 mil habitantes. El frigorífico, que lleva el mismo nombre, derivado del Guaraní, fue comprado por Marfrig en 2006.

El frigorífico Tacuarembó, que esta listo a ser equipado con energía eólica, fue fundado en 1960. Un descendiente de portugueses y brasileros llamado Fernando Secco Aparicio decidió trabajar con charque en un área no explorada, 385 km distante de Montevideo y de los demás productores, que preferían los alrededores de la región portuaria.

La carne salada era exportada para Cuba. Pero en 1967, el rompimiento de las relaciones diplomáticas entre Uruguay y Cuba  provocó cambios en el destino de las exportaciones y en el perfil del emprendimiento. El charque fue sustituido por la carne fresca, y el Brasil pasó a ser el principal mercado de exportación.

Las colocaciones a Europa comienzan en los años 80. Cuando el país quedó libre de aftosa, surgieron otros mercados. Rusia, Israel, Estados Unidos y China están hoy entre los principales clientes. Con cuatro frigoríficos en Uruguay, Marfrig se transformó en la mayor empresa privada del país.

Las preocupaciones de Martin, hijo de Fernando Secco, están referidas hoy a la falta de acuerdos comerciales con países de fuera del Mercosur. El asunto ha sido ampliamente discutido por economistas y empresarios del país y recientemente el presidente José Mujica visitó a Dilma Rousseff para proponer que Brasil apoye la flexibilización de las reglas del Mercosur en casos como el de Uruguay, un país pequeño y altamente dependiente del mercado externo.

"Tenemos dificultades para competir con Nueva Zelandia y con Australia, que hace poco tiempo cerró un acuerdo de libre comercio con China", destaca Secco. El Uruguay exporta más del 70% de las 550 mil toneladas de carne bovina que produce anualmente. En los dos últimos años, la participación del mercado chino en las exportaciones de carne bovina uruguaya aumentó de 6% para 20%.

El presidente de la Asociación Rural del Uruguay, Ricardo Reilly, dice que el sector agropecuario gasta US$ 600 millones en tarifas aduaneras anualmente. Más de un tercio -  US$ 223 millones - es pago por los exportadores de carne. Según Secco, existe potencial de multiplicar la cuota libre de tributos por diez.

Aún así, los grupos brasileros aprovechan la buena fase de alza de los precios de la carne bovina. Según Reilly, principalmente en la región norte del país, ha sido común cambiar la plantación de soja por la pecuaria bovina. El Uruguay también se beneficia del aumento de consumo de proteína animal en otros países emergentes.

Eso aparece también en el mercado interno. El crecimiento económico en la última década, mas fuerte en los últimos cinco años, hizo que la renta per cápita subiera de US$ 9 mil a US$ 16 mil. Eso se reflejó también en el aumento del consumo de la carne.

Según el Instituto Nacional de Carne (Inac), la diferencia de consumo entre los estratos de mayor poder adquisitivo y las clases más pobres disminuyó de 10,8 kg de carne en 2005 a 3,7 kg el año pasado. En promedio, cada uruguayo comió 101,2 kg de todos los tipos de carne en 2013. El consumo per cápita de carne vacuna quedó en 59,4 kg.

La crisis económica argentina también tiene influencia en el suceso uruguayo. Las complicaciones para exportar a partir de Argentina desviaron inversiones al otro lado de la frontera. Entre 2005 y 2013, 130 frigoríficos fueron cerrados en Argentina. El volumen de exportaciones cayó un 75% y hoy solamente 7% de la carne producida en el país sigue para el mercado externo.

De los cuatro frigoríficos que Marfrig tenía en Argentina, dos fueron cerrados temporariamente. El desestímulo a la actividad surgió después que el gobierno argentino adoptó las restricciones a las exportaciones como herramienta para contener el alza de precios en el mercado interno.

Según el informe referente al balance de Marfrig en el tercer trimestre, el avance de 9% en las operaciones de Uruguay y Chile  "más que compensó "la desaceleración en la Argentina, de 17%  si es comparado con el mismo período de 2013. "Las mejores condiciones de exportación de Uruguay ampliarán el abastecimiento de carne a partir de América del Sur", destaca el informe.

De acuerdo al informe de Minerva, el Uruguay también se ha destacado por una "dinámica muy positiva, con buenos márgenes en toda la cadena productiva en función de los excelentes precios de sus carnes en el mercado internacional, de la buena disponibilidad de ganado y de la madurez de la industria frigorífica".

En el tercer trimestre de este año, la facturación con la exportación de carne bovina del país aumentó 22% en comparación con el mismo período de 2013, con ventas destacadas para los Estados Unidos, cuyos ingresos crecieron más de 50%. En el mismo período, las exportaciones de Minerva a partir de Brasil registraron un alza de 7,5%.

Según Galletti, el presidente de la empresa, las operaciones fuera de Brasil representan hoy un cuarto de la facturación de Minerva, que también compró un frigorífico en Paraguay. El ejecutivo afirma que la compañía planea expandirse en América del Sur. Pero la Argentina está fuera de esos planes. "No pensamos en invertir en Argentina mientras la situación económica no mejore".

Los uruguayos gustan de exhibir su orgullo por la larga tradición en la producción y exportación de carnes. Parecen no cansarse de repetir que su ganado bovino disfruta de un bienestar que viene de la combinación de pasturas naturales extensas, un clima templado, tierras fértiles y abundancia de agua limpia, garantizada por la gran cantidad de ríos. Ese cuadro, aliado a una imagen de país serio y confiable, hizo que el Uruguay ganara aún más estatus en el mercado internacional y conseguir atraer las inversiones brasileras que la Argentina deja escapar.




Informe del diario Valor de Brasil del 15 de Diciembre de 2014.