Si bien no consiguió
obtener el fin del embargo ruso contra
las carnes de Paraná, Río Grande del Sur y Mato Grosso, la visita de la
presidente Dilma Rousseff a Moscú, la
semana pasada, por lo menos evitó el cierre de mercados también para
productores que continúan exportando a aquel país.
Para revocar el embargo sobre
las carnes de esos tres estados, las autoridades rusas dejaron en claro a Rousseff,
que depende de el Brasil cumplir con las exigencias impuestas por Moscú. Una de
ellas fue una garantía adicional de que la carne suina exportada para Rusia no
contenga ractopamina, un aditivo usado para el engorde. También para los bovinos,
Brasil se compromete a no vender carnes
con uso de otros betagonistas, clase de mejoradores de desempeño que
también incluyen el clorhidrato de zilpaterol.
Esta exigencia contra los
betagonistas, no tiene relación con el embargo contra los tres estados, vale
para todo Brasil.
La semana pasada, la exportación
de los estados autorizados quedó suspendida porque Brasil decía que no tenía
como conceder certificados con la dimensión de las exigencias de Rusia. Este
punto fue resuelto por un acuerdo
revelado por el diario “Valor” la semana pasada. Brasil incluirá en el
certificado una declaración adicional y laudos de laboratorios corroborando que
la carne vendida para Rusia es libre de ractopamina. Con eso, los únicos
cuatro frigoríficos de San Pablo, Goías, Minas Gerais y Santa Catarina que están
exportando suinos para el mercado ruso quedan libres de la amenaza de quedar con la ventas prohibidas.
Las ventas deberían ser
retomadas el sábado, dependiendo de la implementación de la documentación del
Ministerio de Agricultura. Pero el fin del embargo contra los tres estados y
los esfuerzos para que los riesgos sean evitados por la producción del resto
del país, dependerá también de la inspección a plantas exportadoras de Brasil. La
tercera condicionante es el funcionamiento del sistema segregado de producción,
que separa los suinos y el ganado producido sin betagonistas.
Una misión veterinaria rusa
estará en Brasil en el primer trimestre de 2013, la última vez los rusos
visitaron 20 frigoríficos.
La presencia de la presidente
Dilma en Moscú ayudo a los técnicos a desmontar otro riesgo, “por el momento”,
de que Rusia restrinja la entrada de carne bovina en razón del caso “no clásico”
de vaca loca confirmado en Paraná.
Pero Rusia, posicionado como
el mercado más importante para la carne bovina brasilera, exigió documentos
adicionales a Brasilia, especialmente sobre test de vaca loca en los últimos
años. Los rusos son los mayores compradores de carne bovina brasilera, mucho más
importantes que los países que ya decidieron frenar el ingreso del prooducto
por causa del episodio (Japón, China y África del Sur) juntos.
El sector privado reaccionó al
resultado de la visita con un sentimiento mixto. Para Pedro Camargo Neto,
presidente de la Asociación
Brasilera de la Industria Productora y
Exportadora de Carne Suina (Abipecs),
ella “evitó un retroceso, pero no avanzó
con la solución para el embargo de los tres estados”.
Para Camargo Neto, presente en
Moscú, el embargo nunca fue causado por cuestiones técnicas. “La salud pública
y animal de las carnes de esos tres estados es indiscutible. El embargo siempre
fue burocrático-comercial y perdura hasta hoy por el atraso del Ministerio de
Agricultura en responder formalmente todos los cuestionamientos de los rusos .Los
atrasos fueron una constante en esos 18 meses y finalmente, pocos días antes de
la llegada de la presidente, el Ministerio de Agricultura entregó todos los
documentos faltantes”.
“Yo esperaba que la presencia
en Moscú eliminase el argumento, hasta válido, del atraso en la entrega de documentos.
Existía buena voluntad de leer todo rápidamente. La única explicación que tengo
es que el gobierno, al no priorizar en la agenda bilateral la cuestión carnes,
dejado siempre como último ítem de la pauta, señalizó erradamente el interés de Brasil en una solución
para el embargo”, afirmó él.
En la delegación brasilera las
versiones eran desencontradas. Un negociador dice que los rusos hicieron “vagas promesas” sobre el fin del embargo. Otro
afirmó que eso está cerrado, y solo no ocurre ahora “por cuestiones
burocráticas propias de los rusos”.En verdad, Rusia puede estar desmotivada. Y
una de las razones parece envolver al trigo. Moscú ha insistido en obtener una
cuota para exportar con tarifa cero, en lugar del 10% cobrado a los países
fuera del Mercosur. Como Brasil es miembro de
la OMC, la
cuota tendría que ser abierta para todos los socios. Pero Rusia es competitiva,
a pesar de que la distancia encarece los fletes, por ejemplo.
Ocurre que esa tentativa de
negociación se enfrió por el lado ruso. Por razones climáticas, Rusia perdió
cerca del 20% de su actual zafra de trigo y llegó a analizar restringir las exportaciones.
Por otro lado, hay resistencia a la negociación. Los argentinos, grandes
vendedores de trigo, también reclaman.
En Moscú, lo que sorprendió más,
en verdad, fueron los tropiezos de la presidente Dilma en relación al tema de
la carne. En una reunión con empresarios brasileros, ella llegó a preguntar
porque la carne era tan preponderante en
la agenda bilateral. Notó que, cuando abordó el tema en la primera conversación
con el primer ministro Dimitri Medvedev, el traductor rió. Cuando el propio
Medvedev oyó la versión rusa, rió también.
Después, en una entrevista, se
equivocó de forma dolorosa, insistiendo que el embargo ruso es apenas sobre la
carne suina, y en verdad vale para todas las carnes de Paraná, Mato Grosso y Río
Grande del Sur.
La presidente, en todo caso,
criticó al Ministerio de Agricultura, por el anuncio hecho real de dos semanas
atrás de que el embargo ruso había acabado y que sorprendió a Moscú. Al final,
los negociadores rusos son conocidos por las ambigüedades, que pueden
significar todo y lo contrario.
Informe de
diario “Valor”