martes, 22 de octubre de 2013

Las dificultades en la economía americana


Fuente: Economía Para Todos.
Domingo 20 de Octubre de 2013

El cierre del gobierno y límite de deuda en EE.UU.

El cierre del gobierno y límite de deuda en EE.UU.
¿Qué sucedió y qué no sucedió con el cierre de gobierno y límite de deuda en Estados Unidos en las últimas semanas?
Las últimas semanas la situación fiscal de Estados Unidos ha tenido en vilo al mundo de las noticias. El cierre del gobierno americano y el fantasma de un default de la economía más importante del mundo no son temas menores. El acuerdo fiscal acordado a horas de un posible default completan una historia con aspectos de guion de una película de suspenso de Hollywood. ¿Qué sucedió y qué no sucedió con el cierre de gobierno y límite de deuda en Estados Unidos en las últimas semanas?

Qué no sucedió
Lo primero que hay que tener en cuenta respecto al cierre de gobierno es que, de hecho, no cerró. Como ejemplificaba Ben Powell en el Huffington Post, si McDonalds suspende (no despide) al 40% de su personal no relacionado a la confección de comida y deja de entregar juguetes en la famosa Cajita Feliz difícilmente se hable del “Cierre de McDonalds.” El mal llamado “cierre de gobierno” consiste en la suspensión temporal de las actividades “no esenciales” de gobierno, que son todas aquellas actividades que no dependen de funcionarios con nombramiento constitucional y sus delegados directos. Por ejemplo, un juez es una figura constitucional. El juez y sus asistentes de primera línea deben seguir trabajando. Ni Obama ni los Senadores y Diputados dejaron de trabajar durante el “cierre de gobierno.” Distinto es el caso de parques públicos. Es decir, aquellas actividades que no definen al gobierno son las que queda en suspenso. La agencia recaudadora de impuestos sigue funcionando, Estados Unidos no se retiró de zonas con actividad militar, etc.

Lo segundo a tener en cuenta son los incentivos de cada partido político en esta disputa presupuestaria. Ni los demócratas ni los republicanos tienen incentivos a disminuir el nivel de gasto público. Para el político, cuanto mayor es su presupuesto mejor, más puede gastar y hacer a los ojos de su electorado. De hecho, el actual cierre de gobierno no es el primero en la historia de Estados Unidos. En el 2011 hubo una discusión similar, en aquel momento denominada “Fiscal Cliff” (precipicio fiscal) que también involucraba una extensión del techo de deuda. El resultado fue posponer el problema por dos años. Dos años más tarde el problema vuelve a surgir como “cierre de gobierno.” Lo que hubo fue un manejo político, en ambos partidos, del “cierre de gobierno” y “amenaza de default” para obtener votos por sobre el otro partido. Los sectores más radicales del partido Republicano (el Tea Party) encontraron en el Obamacare la herramienta para presionar por una reducción del gasto público. Obama y los Democrátas pueden presentarse como victimas exagerando las consecuencias de un cierre de gobierno. Así y todo, en ningún momento Obama tuvo la bajeza de acusar a los Republicanos y prensa crítica de golpistas. Al mismo tiempo, el Tea Party se pone en una situación donde Republicanos y Democratas pueden acusarlos de ser el problema y distraer la atención sobre el verdadero problema, el nivel de gasto y deuda pública.

Lo tercero a tener en cuenta es que la amenaza del default americano no era creíble. Lo que estaba en discusión era una extensión del límite de deuda, no una cancelación de toda la deuda. Si el gobierno no puede emitir más deuda, aún puede continuar haciendo un roll-over de la deuda actual con nueva deuda y reasignar partidas para cubrir la diferencia de ser necesario. En otras palabras, pedir una extensión de deuda es como pedir una extensión en la tarjeta de crédito. Que el banco no nos otorgue una extensión en nuestra tarjeta de crédito no quiere decir que entramos en default con el banco, sólo quiere decir que no podemos endeudarnos más. No se puede pagar el saldo deudor en una tarjeta de crédito con otra tarjeta de crédito de manera indefinida. Exagerar el default y sus consecuencias cumplió más el rol de presión política sobre los Republicanos que el ser una descripción cierta de lo que estaba por venir. De hecho, el precio de los bonos americanos no colapsó a pesar de que a horas del día D del default aún no había acuerdo.

¿Cuál es el problema?
El problema en Estados Unidos no es otro que el de un alto nivel de gasto público y endeudamiento, que actualmente se encuentra alrededor del 100% sobre el PBI. Manejar los números del gobierno americano no es fácil debido a la dimensión de los mismos. Es más sencillo tener una dimensión del problema si reducimos la escala del gobierno americano al de una familiar promedio. En el año 2010, un año antes del “Fiscal Cliff”, el gobierno federal estaba teniendo ingresos por $58.000 al año. El nivel de gasto público era de $75.000. La deuda del gobierno en su tarjeta de crédito alcanzaba los $327.000. Claramente los números no cierran. Cuando el gobierno envía el presupuesto al Congreso pidiendo una extensión del límite de deuda, es como si esta familia se acercase a su banco pidiendo una extensión en el límite de su tarjeta de crédito. Para convencer al banco el gobierno ofrece un “ajuste” del gasto que lleva el gasto de $75.000 a $73.000. Claramente esto no soluciona el problema. Así es como dos años después el mismo problema vuelve a aparecer aún con más dramatismo.

Si bien la discusión de las últimas semanas osciló entre Republicanos y Democratas, donde unos son los buenos y los otros son los malos. Lo cierto es que ambos partidos comparten la responsabilidad de la delicada situación fiscal. En los últimos 40 años el límite de deuda se corrió alrededor de 39 veces. Eso no es un límite de deuda, es una puerta giratoria. El límite de deuda es una herramienta de potencial presión política, no un límite de deuda propiamente dicho. El mismo Obama se oponía a extender el límite de deuda cuando estaba en el Congreso y el gobierno estaba en manos de los Republicanos. El inicio del siglo XXI muestra una tendencia clara. El gasto nominal promedio por año de Bush (hijo) fue un 60% superior al gasto nominal promedio del gobierno de Clinton. A su vez, el gasto promedio nominal por año del Gobierno de Obama es un 32% superior al gasto nominal promedio de Bush. Esto quiere decir que, en promedio, Obama está gastando en términos nominales un %110 más que Clinton por año. Dejando de lado la discusión de si incluso el gasto durante el gobierno de Clinton no podría haber sido menor, ¿qué impide al gobierno americano volver al nivel de gasto de Clinton? No se puede decir que el gobierno de Clinton haya sido un cataclismo económico de pobre performance (también es cierto que Clinton heredó los buenos resultados de políticas económicas de gobiernos anteriores.) Es cierto que el cambio de siglo estuvo signado por la crisis dotcom y el atentado terrorista 9/11, pero no es menos cierto que estos eventos ocurrieron hace más de 10 años. Tiempo más que suficiente para corregir el rumbo.

Los Republicanos y Democratas acordaron una extensión presupuestaria y de gasto de deuda hasta principios del 2014. Es decir, un cuarto intermedio que (convenientemente) termina luego de las fiestas de Navidad y Año nuevo. El problema está lejos de solucionarse, no sólo porque el acuerdo no hace más que comprar tiempo, sino porque no se atacan los problemas de fondo. El gasto público de Estados Unidos puede dividirse en dos grandes grupos, el gasto público obligatorio y el discrecional. El gasto obligatorio es aquel que responde a obligaciones ya comprometidas, como el Social Security, créditos fiscales, pago de intereses de deuda, etc. El gasto discrecional es el que se elige en cada año fiscal (partidas para programas de agricultura, agencias, etc.) Si el gobierno eliminase todo el gasto discrecional, quedándose únicamente con el gasto ya comprometido, aún los recursos tributarios se quedan cortos. Es decir, el gobierno actualmente es incapaz de hacer frente al gasto ya comprometido sin incurrir en mayor deuda pública. El problema no se corrige con reducciones puntuales de gasto público, sino con un rediseño del gobierno americano y su estructura de gasto, que no es otra cosa que una discusión sobre cuál es el rol del gobierno. Los años que vienen (décadas?) van a requerir difíciles decisiones por parte del gobierno americano. Lo que se está viendo en Estados Unidos y Europa en los últimos años no es otra cosa que síntomas del quiebre del Estado de Bienestar.
Nicolás Cachanosky / Assistant Professor / Metropolitan State University of Denver