No hay dudas que los
viajes enriquecen. Uno observa , aprende de otras gentes y realidades. Compara
y valora lo que tiene, y lo que otros tienen. La verdad es que en mi historia
personal los viajes han sido pocos , por propia elección . Hoy estoy lejos de mi
paisaje, recorriendo tierras lejanas. Sin tratar de interpretar otras
realidades, solo con la mirada de un viajero curioso y nada más que eso, he
sentido admiración por la inteligencia y
el tesón del ser humano para enfrentar adversidades y desafiar la naturaleza.
Parece increíble que allí donde la aridez domina, donde el viento no perdona y
todo se lo lleva, perduren los sueños de los que no se rinden. Así el hombre es
capaz de hacer reverdecer el paisaje y
levantar emprendimientos que parecen desafiar la lógica, o por lo menos la
lógica de quienes venimos de verdes praderas regadas por la magia del universo.
Visité la Bodega del Fin del Mundo y NQN, en Neuquén. En tierras en las que
parecería una utopía producir , se arman infraestructuras de riego, y donde no
había más que algunos arbustos, las viñas se hacen lugar, comprometiendo otras
inversiones industriales para
desarrollar un vino de calidad que luego se exporta a todo el mundo. Así es que nos asombramos,
vamos de esto
vamos de esto
a esto
y luego a esto.
Quinientas
personas trabajando en la bodega, y proyectos en marcha desafiando los tiempos. Esto es lo que
me parecía importante compartir, un comentario de un viajero curioso que viene
del verde húmedo al marrón seco.