Frigoríficos de Brasil empujan embarques de Uruguay
Con movimientos
precisos, los funcionarios separan cuidadosamente los cortes bovinos y los colocan en esteras
que cargan la carne para la sala de envasado al vacío. “Aquel delantero va para
Estados Unidos y aquel bife ancho para Suecia”, dice Gustavo Tort, que hace 30
años trabaja como gerente de producción en Frigorífico Carrasco, que lleva el
nombre del barrio donde está localizado, próximo al aeropuerto y al puerto de
Montevideo. Hace siete meses, el fue adquirido por la compañía brasilera
Minerva Foods.
Hasta 2006, los
frigoríficos brasileros de carne bovina
no lograban que su producto llegase al plato de consumidores que no
compraban carne de Brasil por exigencias sanitarias. Decidieron invertir en
Uruguay, productor pequeño cercano a Brasil, pero cortejado por su calidad. En
2013, los embarques uruguayos de carne bovina totalizaron US$ 1,7 billones, mientras que los brasileros
alcanzaron US$ 6,7 billones.
La estrategia resultó
tan acertada que generó una multiplicación de las inversiones en los años
siguientes. Tres grupos brasileros – Marfrig, Minerva y JBS – son, hoy,
responsables por el 44,6% del abasto
bovino y del 45,9% de las exportaciones
de carnes uruguayas.
Americanos y coreanos
aún no comen carne brasilera. Pero no renuncian a la uruguaya. El prestigio que
el país alcanzó en los mercados más exigentes se sustenta en un conjunto de
factores. Uruguay es libre de aftosa con vacunación. También prohíbe hormonas –
como Brasil – y antibióticos en la alimentación del ganado.
Además de eso, desde
2006 el gobierno uruguayo exige la identificación electrónica de cada animal.
El chip es proporcionado por el Estado. “Ese ambiente altamente favorable a la
exportación nos da acceso a nichos de mercado”, destaca el presidente de
Minerva Foods, Fernando Galletti de Queiroz.
Entre los especialistas
uruguayos, se comenta, que por tratarse de un país pequeño, sus exportaciones
no amenazan países que también son
grandes exportadores como EEUU. De ahí la relación amigable.
Mientras camina por el
sector de identificación, el gerente de producción del Carrasco muestra una
etiqueta que acaba de ser colocada en un animal faenado. Entre las diversas
informaciones, como procedencia y productor, allí está escrito cuantos dientes
tenía ese novillo, una de las exigencias para vender a la Unión Europea,
definida en la cuota Hilton, que establece cuanto de carne un país puede
exportar al bloque, desde que las exigencias sean satisfechas.
Se engaña, en tanto,
quien crea que la llegada de los brasileros cambió la rutina de los
frigoríficos uruguayos. El Ingeniero Agrónomo Cesar Marquisá continúa en el
contralor de la calidad de los dos frigoríficos que Minerva tiene en el país.
Martín Secco,
responsable hoy por toda la operación Cono Sur de Marfrig, es hijo del fundador
del primero de los cuatro frigoríficos que la empresa compró en el país. “Me
pidieron que quedara un año para hacer la transición”. Ya pasaron ocho.
Aunque invisibles en
la línea de producción, sinergias importantes surgieron a partir de la expansión
de actividad bajo el comando brasilero. Las más significativas comprenden áreas
administrativas, como compras.
Galletti dice que
Minerva también extendió al Carrasco programas de integración con productores
adoptados en PUL, el frigorífico que la empresa compró en 2011 en la ciudad de
Melo, a 380 km
de Montevideo. Los ejecutivos mantenidos en las operaciones afirman que la
llegada de los grupos brasileros ampliaron los horizontes.
Al percibir que tenían
en las manos marcas con fuerte tradición tanto en el mercado interno como en la
exportación, los grupos brasileros también decidieron mantener el nombre de cada
frigorífico que compraron. La regla vale inclusive para nombres difíciles de pronunciar.
Tacuarembó es un
poblado con la mayor extensión territorial de Uruguay. En sus 15 mil kilómetros
cuadrados , viven 90 mil habitantes. El frigorífico, que lleva el mismo nombre,
derivado del Guaraní, fue comprado por Marfrig en 2006.
El frigorífico
Tacuarembó, que esta listo a ser equipado con energía eólica, fue fundado en
1960. Un descendiente de portugueses y brasileros llamado Fernando Secco
Aparicio decidió trabajar con charque en un área no explorada, 385 km distante de
Montevideo y de los demás productores, que preferían los alrededores de la
región portuaria.
La carne salada era
exportada para Cuba. Pero en 1967, el rompimiento de las relaciones
diplomáticas entre Uruguay y Cuba
provocó cambios en el destino de las exportaciones y en el perfil del
emprendimiento. El charque fue sustituido por la carne fresca, y el Brasil pasó
a ser el principal mercado de exportación.
Las colocaciones a
Europa comienzan en los años 80. Cuando el país quedó libre de aftosa,
surgieron otros mercados. Rusia, Israel, Estados Unidos y China están hoy entre
los principales clientes. Con cuatro frigoríficos en Uruguay, Marfrig se
transformó en la mayor empresa privada del país.
Las preocupaciones de
Martin, hijo de Fernando Secco, están referidas hoy a la falta de acuerdos
comerciales con países de fuera del Mercosur. El asunto ha sido ampliamente
discutido por economistas y empresarios del país y recientemente el presidente
José Mujica visitó a Dilma Rousseff para proponer que Brasil apoye la
flexibilización de las reglas del Mercosur en casos como el de Uruguay, un país
pequeño y altamente dependiente del mercado externo.
"Tenemos
dificultades para competir con Nueva Zelandia y con Australia, que hace poco
tiempo cerró un acuerdo de libre comercio con China", destaca Secco. El
Uruguay exporta más del 70% de las 550 mil toneladas de carne bovina que
produce anualmente. En los dos últimos años, la participación del mercado chino
en las exportaciones de carne bovina uruguaya aumentó de 6% para 20%.
El presidente de la
Asociación Rural del Uruguay, Ricardo Reilly, dice que el sector agropecuario
gasta US$ 600 millones en tarifas aduaneras anualmente. Más de un tercio - US$ 223 millones - es pago por los
exportadores de carne. Según Secco, existe potencial de multiplicar la cuota
libre de tributos por diez.
Aún así, los grupos
brasileros aprovechan la buena fase de alza de los precios de la carne bovina.
Según Reilly, principalmente en la región norte del país, ha sido común cambiar
la plantación de soja por la pecuaria bovina. El Uruguay también se beneficia
del aumento de consumo de proteína animal en otros países emergentes.
Eso aparece también en
el mercado interno. El crecimiento económico en la última década, mas fuerte en
los últimos cinco años, hizo que la renta per cápita subiera de US$ 9 mil a US$
16 mil. Eso se reflejó también en el aumento del consumo de la carne.
Según el Instituto
Nacional de Carne (Inac), la diferencia de consumo entre los estratos de mayor
poder adquisitivo y las clases más pobres disminuyó de 10,8 kg de carne en 2005
a 3,7 kg el año pasado. En promedio, cada uruguayo comió 101,2 kg de todos los
tipos de carne en 2013. El consumo per cápita de carne vacuna quedó en 59,4 kg.
La crisis económica
argentina también tiene influencia en el suceso uruguayo. Las complicaciones
para exportar a partir de Argentina desviaron inversiones al otro lado de la
frontera. Entre 2005 y 2013, 130 frigoríficos fueron cerrados en Argentina. El
volumen de exportaciones cayó un 75% y hoy solamente 7% de la carne producida
en el país sigue para el mercado externo.
De los cuatro
frigoríficos que Marfrig tenía en Argentina, dos fueron cerrados
temporariamente. El desestímulo a la actividad surgió después que el gobierno
argentino adoptó las restricciones a las exportaciones como herramienta para
contener el alza de precios en el mercado interno.
Según el informe
referente al balance de Marfrig en el tercer trimestre, el avance de 9% en las
operaciones de Uruguay y Chile "más
que compensó "la desaceleración en la Argentina, de 17% si es comparado con el mismo período de 2013.
"Las mejores condiciones de exportación de Uruguay ampliarán el abastecimiento
de carne a partir de América del Sur", destaca el informe.
De acuerdo al informe
de Minerva, el Uruguay también se ha destacado por una "dinámica muy
positiva, con buenos márgenes en toda la cadena productiva en función de los excelentes
precios de sus carnes en el mercado internacional, de la buena disponibilidad
de ganado y de la madurez de la industria frigorífica".
En el tercer trimestre
de este año, la facturación con la exportación de carne bovina del país aumentó
22% en comparación con el mismo período de 2013, con ventas destacadas para los
Estados Unidos, cuyos ingresos crecieron más de 50%. En el mismo período, las
exportaciones de Minerva a partir de Brasil registraron un alza de 7,5%.
Según Galletti, el
presidente de la empresa, las operaciones fuera de Brasil representan hoy un
cuarto de la facturación de Minerva, que también compró un frigorífico en
Paraguay. El ejecutivo afirma que la compañía planea expandirse en América del
Sur. Pero la Argentina está fuera de esos planes. "No pensamos en invertir
en Argentina mientras la situación económica no mejore".
Los uruguayos gustan
de exhibir su orgullo por la larga tradición en la producción y exportación de
carnes. Parecen no cansarse de repetir que su ganado bovino disfruta de un
bienestar que viene de la combinación de pasturas naturales extensas, un clima
templado, tierras fértiles y abundancia de agua limpia, garantizada por la gran
cantidad de ríos. Ese cuadro, aliado a una imagen de país serio y confiable,
hizo que el Uruguay ganara aún más estatus en el mercado internacional y
conseguir atraer las inversiones brasileras que la Argentina deja escapar.
Informe del diario
Valor de Brasil del 15 de Diciembre de 2014.