En los umbrales del primer aniversario de uno de los
más largos embargos a un producto brasilero en el exterior, el gobierno
demuestra dificultades en conseguir resultados prácticos en las negociaciones
para retomar y reabrir mercados antes dominados
por el país. La barrera de Rusia a las
carnes brasileras completa exactos 365 días el 15 de junio. Pero este no es el
único caso de la compleja agenda comercial. Los productos del agronegocio
brasileño sufren restricciones más o menos graves, en mercados relevantes, como
la Unión Europea, Japón, Argentina, África do Sul y Estados Unidos.
Al mismo tiempo al que se negocia el retorno de las
exportaciones hacia Rusia, el gobierno pelea para destrabar el mercado de bovinos
en la Unión Europea, tener acceso al de suinos de Japón, derrumbar las barreras
impuestas por los sud africanos a la cadena de pollos y suinos nacionales, y
reducir las restricciones de Argentina y Estados Unidos.
El embargo parcial ruso, el cuarto en 10 años, aún es
un impase. Parte de la suspensión iniciada el año pasado afectó a tres estados
de la región sur, grandes productores de carne suina. El principal perjudicado
fue Rio Grande del Sur que era el más dependiente del comercio con los rusos.
El Estado, en abril de 2011, vendió US$ 37 millones, y en el mismo mes de este
año no embarcó ni una sola carga. En números generales, fueron vendidos US$ 72
millones para los rusos en carne suina en 2011, y US$ 42 millones este año, una baja de 42,36
%.
El Ministerio de Agricultura cree que el problema fue
parcialmente resuelto, ya que otros mercados como Ucrania, Hong Kong y Emiratos
Árabes, ampliaron sus compras y disminuyeron la dependencia de Brasil en
relación a Rusia, que el año pasado llegó a comprar la mitad de la carne
enviada al exterior.
El sector de bovinos es el más perjudicado en la
agenda brasileña con la Unión Europea. Las exportaciones chocan con dos
problemas: la directiva 61, al imponer reglas que dificultan las exportaciones
permitiendo solamente el envío de
productos de propiedades específicas, y la cuota Hilton, creada como forma de compensar
los subsidios agrícolas adoptados por los europeos al final de la década del
70. Mientras tanto, Brasil no ha logrado exportar toda la cuota a la que tiene
derecho por causa de exigencias, como la creación de bovinos exclusivamente a
pasto y rastreados a partir del destete.
En el caso del Hilton, el sector privado preparó una propuesta informal para ajustar
los requisitos. El gobierno aguarda el efecto de esa medida. “Esperamos que las
ventas aumenten, pues la cuota Hilton es una forma de compensación que no
usufructuamos, ya que es necesario criar los animales solamente a pasto. Hoy
ese es un sistema que no es más usado. Los animales comienzan a apasto y
terminan en confinamientos para engorde antes del abasto” explica Enio Marques, secretario de Defensa Agropecuaria.
Un problema que observa el gobierno es la falta de
planeamiento en la producción. “Los frigoríficos no poseen una fidelización de
los productores que les abastecen. ¿Como esperar que alguien crie un animal con
reglas especídficas para ser vendido de aquí a dos años?” pregunta Celio Porto,
secretario de Relaciones Internacionales de Agronegocio del Ministerio de
Agricultura.
En relación a ala directiva 61, el gobierno a{un
agurda un posicionamiento de los europeos. “En los dos casos tenemos que
mantener la amenaza de que si las negociaciones no avanzan, vamos a abrir un
panel en la Organización Mundial de Comercio (OMC)”, analiza Celio Porto. “Durante
las negociaciones al inicio del año, pasamos a gerenciar la lista de las
propiedades habilitadas a exportar. Es un primer paso para la resolución del
problema”, dice Enio Marques.