viernes, 19 de abril de 2013

Los grandes grupos agrícolas han cedido terreno



El achique de El Tejar expone la crisis de modelo de alquiler de tierras agrícolas

El año pasado, el Tejar sembró unas 650.000 hectáreas en todo el bloque regional, entre el 65 y el 70% de ellas alquiladas. En 2010, año en que falleció su entonces presidente e inspirador, el productor Oscar Alvarado.
La que fuera la mayor empresa de siembra del Mercosur anunció esta semana que sólo trabajará en campos propios por el costo de arrendamientos. Una señal de alerta para todos los productores y los dueños de la tierra. Se redefinen esquemas de negocio.

La catarata de información económica y política de los últimos días no alcanzó para que en el sector agropecuario pasara desapercibida por su gran importancia la noticia de la fuerte reducción de hectáreas que trabajará en la próxima campaña El Tejar, la agropecuaria bonaerense que supo convertirse en la mayor empresa de siembra del mundo con casi un millón de hectáreas a partir del alquiler de miles de tierras en el Mercosur.
Es que al anunciar que abandonará por los altos costos ese modelo de negocios y se focalizará, en cambio, en la producción sobre campos propios puso sobre la mesas un tema central que está causando fuertes distorsiones en el negocio agropecuario: el alto valor de los arrendamientos. Un costo que pone en rojo las cuentas de los productores y contratistas que apunta al corazón de la estructura de negocios argentina ya que en Argentina casi el 70% de la siembra se realiza sobre campos alquilados.
"El empresario que explota el campo propio ha ganado mucho dinero. El que lo da en alquiler, ni te cuento. El que arrienda el campo, está en severos problemas, y vamos a un cambio en la forma de hacer negocios. Argentina, es el único país del mundo en donde el emprendedor que alquila, para empezar, le quitan el 66% del precio de la soja, en concepto de alquiler y retenciones. Con el 34% restante, tiene que pagar todos los costos, y si gana dinero, volver a pagar impuestos.", señala el consultor de empresas Salvador Di Stéfano, uno de los primeros que viene machacando con este concepto.
En rigor, hasta hace unos años el creciente costo de los alquileres venía escondido por los altos precios de los granos, la sucesión de buenas campañas (que daban colchón), financiamiento más accesible y que el resto de los costos de producción todavía no se habían disparado. Pero la fuerte sequía de 2011/2012 sacó el tema a la luz cuando los productores se encontraron con una paupérrima cosecha (que sólo en soja fue de 15 M de toneladas menos de las esperadas) que puso al rojo sus cuentas. Los quebrantos se sucedieron en pooles y cayeron las empresas agropecuarias más desporlijamente administradas y gestionadas.
En efecto, en la campaña que ahora termina se evidenció que grandes pooles quedaron muy golpeados porque venían convalidando altos arrendamientos para sumar tierras (y de esa forma ganar rentabilidad o achicar costos vía escala) pagados en su mayoría cash y todo por anticipado antes de levantar cosecha. Cuando no llegaron los rindes esperados, todos quedando tecleando y aguantando hasta mayo de este año para que la soja los salve.
Lo cierto es que el sacudón generó que volvieran a escena los grupos de productores más chicos, más ligado al campo y menos apalancados por la inversión financiera que llegaba de las ciudades para obtener algo de la renta de la soja, quienes habían sido corridos por no poder competir con los ofrecimientos de rentabilidad que le daban los grandes jugadores a los dueños de campo. Hubo en Santa Fe en la campaña pasada arrendamientos para tierras con potencial de 30 quintales que fueron fijados en 13 quintales.

Pero también abrió el juego para que se renegocien las condiciones de arrendamiento. Y si bien hubo cambios, no fueron tan profundos para equilibrar la balanza y así el dueño de la tierra está sacando grandes utilidades frente a las empresas de siembra que están con las chequeras al rojo vivo.
Así fue que se dejaron de lado muchos esquemas de alquiler fijo en quintales para ir hacia aparcerías o porcentajes. También hubo casos de asociaciones estratégicas entre productores y dueños que compartieron hasta costos de insumos. Pero el cambio no fue profundo.
Es que por un lado muchos contratistas temen dejar de alquilar un campo porque está instalada la idea de que rápidamente será alquilado por otro, lo que generalmente ocurre pero a costa del nuevo arrrendador que queda con números finos. Pero el más fuerte escollo está en que en los últimos años se formó una clase rentista (media) en torno a la propiedad del campo (gente que vive en la ciudad, descendientes de productores o con campos heredados que no saben de producir pero las pudieron poner a producir por la existencia de la figura del contratista) que se acomodó a un alto nivel de ingreso extra que no resignaron.
En su última edición especial sobre el campo titulada "Agrandaditos", la revista punto biz centró su informe especial sobre este retiro parcial de grandes pooles de siembra , pero que todavía no generó que ambas puntas del negocio ajusten posiciones sino más bien que sobre un leve afloje (vuelta de aparcerías o contratos a rendimiento) lo que está habiendo más que nada es un recambio de productores a pedir de propietarios de los campos.
"La decisión de cambiar el rumbo es que el negocio en campo alquilado es muy fino. Esto es un tema económico, para ser rentables", explicaron desde el Tejar al hacer el anuncio a la prensa
A modo de ejemplo: por el alquiler de una hectárea de la mejor zona productora del norte bonaerense o el sur de Santa Fe que en 2001/2002 costaba 150 dólares, el año pasado ya se pagaban 600/650 dólares.
El año pasado, el Tejar sembró unas 650.000 hectáreas en todo el bloque regional, entre el 65 y el 70% de ellas alquiladas. En 2010, año en que falleció su entonces presidente e inspirador, el productor Oscar Alvarado.
Inicialmente de capitales nacionales, la firma habilitó en 2007 el ingresó de fondos extranjeros. Así lo hicieron el fondo inglés Áltima Partners y el estadounidense The Capital Groups, que juntos tienen el 75% del paquete accionario. Esos dos fondos vienen de inyectar US$ 300 millones en la compañía a principios de 2013. Mientras tanto, las familias fundadoras y otras que se fueron agregando retienen el 25% restante de la compañía.
"La estrategia es reducir drásticamente la superficie alquilada y focalizarnos en campos propios [unas 6000 hectáreas]", señaló una fuente vinculada con la empresa.
En El Tejar admitieron que para la próxima campaña algunos campos todavía se van a seguir alquilando, pero ya no va a ser como antes.
En la Argentina, la empresa llegó a alcanzar las 300.000 hectáreas. Pero desde 2008/2009, sequía mediante y alza en los alquileres de campos, su principal forma de producir, perdió rentabilidad. Ya en el ciclo 2011/2012 había bajado a unas 180.000 hectáreas y en la última campaña rondaba las 30.000.
Mariano Galíndez
Punto Biz